#ElPerúQueQueremos

Los caballeros las prefieren brutas

Publicado: 2010-08-09

Y es que hace poco le tocó caer en mis manos a este libro de Isabella Santo Domingo que está causando sensación a partir del lanzamiento de una serie, del mismo nombre, en Sony (aunque dicen por allí que ya era best seller, en fin).

Pensé que al igual que la serie iba a tocar hilos sensibles de mi ser. Bueno, tocó, pero quizás no los que yo esperaba. Y es que de entrada ya le tengo serios reparos.

Valga aclarar que no le hecho la culpa de lleno a la autora. A la pobrecita le tocó nacer en un país que se luce por tener una cantidad enorme de machos machistas (valga la redundancia). Y conste que no generalizo. Y conste también que hablo con conocimiento de causa: hace poco salía con un digno representante de tan soberano pueblo. Y resultó siendo que se creyó que era dueño de todo lo mío, incluyendo el timbre de mi casa, y exigía reportes de con quien yo andaba cuando la relación -si es que la hubo- ya se había terminado. Así que me imagino que para poder llevar la fiesta en paz con tales representantes, hay que ser bruta.

Por suerte para las peruanas no tenemos hombres tan cavernícolas en nuestro país. Nótese el "no tan cavernícolas".

Bueno, regresando al libro, les decía que ya desde la tapa le tengo un serio "no me parece" clavado entre los y brutas. Yo creo, y estoy convencida, que nos prefieren confundidas. Sí, no se hagan, nos prefieren confundidas por vaaaaarias razones.

La primera es que así ellos pueden decirnos qué es lo que queremos. Darnos un norte y decir que nuestra relación tira para allá o para acá. Y así, aunque una no esté del todo convencida, pueden decirte "no mi amor, esto era lo que siempre quisimos, a ti sólo te tocaba ceder un poquito".

La segunda es que pueden, y de hecho lo hacen, echarnos la culpa cuando todo va mal. "Es que las mujeres están locas", "no saben lo que quieren". Y así nos meten en ese saco enoooorme de "quién las comprende" y nos dejan metiditas allí y se alejan gustosos porque, claro, ellos no tienen la culpa. Se olvidan de que en inicio ellos nos conocieron así y que igual nos eligieron. Así que papacito, si viste el producto e igual lo compraste, tengo algo que decirte: jó-de-te! Deja de buscar excusas, acepta tu responsabilidad y patea para allá, sí, para allá, vete por ese caminito cuyo destino se llama Mierda.

La tercera es que ellos necesitan ser los machos proveedores. En este caso, nos brindan tranquilidad, claridad y estabilidad, esto último es lo más importante. Claro, nosotras pobrecitas necesitamos que ellos nos den algo que es básico encontrar por nosotras mismas. Y es que encima de locas, ellos se sacrificaron para entendernos, tenernos paciencia y darnos paz ¡¿Cómo se nos ocurre entonces, cuando por fin sabemos lo que queremos, terminar con ellos?!

Porque chicas, yo les tengo una pregunta. ¿Se han dado cuenta que cuando una les plantea las cosas de frente, porque sabe exactamente lo que quiere y cómo lo quiere, se van corriendo y chillando? Yo no sé qué les asusta.

¿Será que tienen la idea de que somos cosas decorativas? ¿Un jarrón al que le dieron un soporte, un propósito y que si le salen patitas para caminar por sí mismo es que vino mal hecho?

Alguna vez me dijeron que una mujer tenía que ser lo suficientemente astuta para hacerle creer a su hombre que hacer lo que ella quería era decisión de él, que él la había craneado, que él había sido el de la brillante idea. Siendo ese el chip impuesto desde chicos, pues llego a la conclusión de que ellos nos prefieren confundidas y poco decididas, que no es lo mismo que brutas. Nos quieren necesitadas de ellos.

De todas formas, yo seguiré apostando por un hombre que sea lo suficientemente macho como para no asustarse cuando esta chica, que sabe lo que quiere, le diga todo en la cara. Que no sienta que debe proveerme de nada porque se enamoró de una mujer autónoma, que quiere una relación de igualdad y deseo. Sí, deseo y no necesidad, porque yo quiero estar con él y él conmigo.

Nadie se muere de soledad, sino de necesidad. Y estar sola es básico para decidir, por una misma, qué rayos quiere en su vida y cómo lo quiere.

Por todo lo anterior, puedo decir con convicción que YO los prefiero seguros de sí mismos.


Escrito por

Ingrid Soria

intensamente loca o locamente intensa


Publicado en

Los Monólogos de la Flaquita

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