#ElPerúQueQueremos

Siendo consecuente

Publicado: 2012-02-11

Hace poco tuve una recaída. Sí, pero esta duró una semana nada más. Ok, ya basta de aplausos... por favor, un poco de silencio, sé que les alegra, pero permítanme que les cuente que sucedió.

Pues pasó que empecé a tener una relación con alguien que no podía darme aquello que quiero. Bueno, creo que no sé aún del todo qué es aquello que deseo. Cambiemos entonces la frase: podía darme aquello que no quiero.

Las epifanías no siempre se dan cuando una las busca. Yo estaba detrás de la claridad, sólo un poquito de luz para decidir que hacer, pero no la encontraba. Me di por vencida hasta que, ahogada por tantas cosas que tenía que hacer, hallé la respuesta en pleno proceso de armado de mi librero.

Aquí debo cortar un poco la historia, porque debo confesar que llegó un momento en que maldije el día en que buscamos la igualdad de género y cogimos martillos, clavos, desarmadores y cuanta buena mierda se use para la carpintería. Peor aún, ahora estos muebles se han decidido a dejarnos sin excusa alguna, vienen en partes con un manual que te dice en pasos sencillos como construirlos. Bueno, si quieres celeste...

Y allí me veían, sudando la gota gorda en este verano húmedo, tirada en el piso clavando, atornillando, sacándole las astillas a mi dedo, etc. Cuando de pronto me levanté para ver cómo iba el avance de tan magno proyecto -un librero de 1.82 x 0.70 mts de cinco repisas- y vi todas las piezas regadas por el piso. Era como verme en el pasado. Estaba desecha, mis pedazos rodaban por el piso y no hacía nada más que llorar. El día que decidí empezar mi reconstrucción fue un proceso tan doloroso como seguir partida. Clavé cada parte, atornillé otras más, fui armando lo que ahora soy.

En ese proceso descubrí que uno no puede forzar a nadie a ser lo que una quiere que sea. Las personas son y los cambios no son repentinos, y NO, lee bien, NO deben darse por "amor" hacia la pareja. Y fue en base a ello que hace poco le di un consejo a una persona muy querida. No puedes quedarte esperando a que esa persona en algún momento pueda ser aquello que deseas o pueda darte lo que quieres. ¡Sabe Dios si esa persona desea lo mismo que tu y, si lo hiciese, sabe Dios cuándo estará apto para darte aquello que ambos desean! Entonces, ¿por qué conformarse con la espera de que TAL VEZ algún día puedan coincidir?

Y regreso a la escena del librero. Vi la relación que tenía y era exactamente lo que no quería. Había aceptado lo que buenamente él había podido darme esta semana, pero no me basta. Sin embargo, pasaron siete, sí, SIETE días para que pudiera ser consecuente con aquello que tanto pregono: no aceptes aquello que no quieres, si no te convence del todo despáchalo, no mereces vivir con el vaso medio lleno.

Fue así que en medio de lágrimas, porque quiero harto a este chico, escribí un correo despidiéndome. Pensé que la vida se me iba a acabar en cualquier momento una vez que apretara el ENVIAR, pero no. Es más, puedo decirles que el darme cuenta de que soy capaz de defender mi espacio y de valorarme me ha dejado una satisfacción increíble.

Una amiga me dijo: si le vas a escribir que sea por convicción y no como un ultimatum. Así fue, gracias Y.

No creo que él se encuentre en capacidad de darme lo que merezco y creo que yo tampoco me encuentro en el punto de tener las cosas del todo claras. Siendo ese el escenario nada bueno podía salir de esa unión de dos enfermos.

Y bueno, no todo está perdido, si esa persona realmente te quiere estará cuando ambos puedan darse lo que se merecen y que construyan algo lindo. Y sino, bueno, sabrás que te has cuidado y que te quieres más que a nada en el mundo. Habrás ganado un gran premio a tu autoestima.


Escrito por

Ingrid Soria

intensamente loca o locamente intensa


Publicado en

Los Monólogos de la Flaquita

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